Entre las leyendas que llegan del pasado desconocido, hay una que dice así:
Hace mucho tiempo existió un reino que ocultaba un gran poder dorado de los demonios. Era un lugar hermoso, de verdes bosques y cerca de un resplandeciente mar, donde reinaba la paz.
Un día fue presa de la ambición de un villano que le arrebató el poder dorado. El reino poco a poco empezó a caer en tinieblas. Cuando el pueblo casi había perdido toda la esperanza apareció de la nada un joven vestido con ropas azules, que con su misteriosa espada sepultó al villano y devolvió al reino la luz. Como venía de otra época, el pueblo lo llamó “Héroe del tiempo”.
Muchos años después que la historia del joven se convirtiera en leyenda, en el reino volvieron a soplar vientos de tragedia, el villano que el héroe había sepultado resucitó de las profundidades de la tierra. El pueblo confiaba en que el Héroe del Tiempo volvería a salvar el reino, pero el héroe no apareció.
El pueblo indefenso ante ese enorme poder, lo único que podía era rezar y encargar su destino a Dios. Nadie sabe lo que ocurrió con el reino.
Aunque su recuerdo se ha borrado, la leyenda aún se respira en el viento de una remota isla, donde los hijos varones cuando cumplen una cierta edad lo celebran vistiéndolos de trajes azules, para que se vuelvan en hombres valientes, como el héroe de la leyenda, aquél cuyo corazón vestía el viento del cielo y del mar y cuya espada era un torbellino que disipaba las tinieblas y devolvía los rayos de esperanza.